Aquellos días había un gran revuelo en todo Plusvatia. Se acababa
de descifrar el mensaje llegado desde el espacio exterior. Su origen se situaba
en una zona desconocida y aún sin explorar. Un planeta pequeño en el sistema de
una estrella mediana en un brazo exterior de una galaxia espiral. Planeta
Tierra, lo llamaban aquellos seres desconocidos hasta ahora. Este descubrimiento
marcó la infancia de Ev, el cual convirtió en su único objetivo viajar a aquel
lugar.
Cuando Ev entró en la escuela de viajes estelares, no pudo tener
peor suerte con el compañero que le había sido asignado. Era Rebec, sobrino del
Príncipe Interplanetario, al que todos llamaban Re, la persona más torpe que
jamás había nacido de linaje real. Especialista en desbaratar cualquier plan
con alguna torpeza. Su familia lo colocó allí, para perderlo de vista durante
los viajes estelares, y ahora, era en quién debía depositar una confianza
ciega.
Cuando Ev acabó sus estudios, cum laude, era el mayor especialista
en transmutación corpórea, reputado y respetado expedicionario. Sus misiones consistían
en el estudio de otras formas de vida in situ, o lo que entendemos en la Tierra
como cotilleo puro y duro. Y siempre junto a él, el piloto más desastre que
había en el planeta: Re.
Acababan de llegar a aquel bonito lugar y se hallaban sobrevolándolo
en modo camuflaje. Ev, estaba concentrado en la tarea que tenía frente a sí.
Infiltrarse entre los humanos y obtener todos los datos posibles de la especie.
Mientras que Re, lo único que tenía que hacer
era escoger un buen modelo de humano que copiar para la transmutación e
introducir los datos fisiológicos de ese ser en un dispositivo que iba
conectado al sistema nervioso central de Ev. Ahí estaba toda la programación
para convertirse en humano y, posteriormente volver a su estado original. Por
otro lado, las órdenes eran clarísimas, una vez Ev se inflitraba entre aquella
raza, el plazo límite de espera eran veinticuatro horas, pasadas las cuales se
le daba por desaparecido y se declaraba el lugar como hostil.
-
Re, ¿Tienes
preparados los datos?, preguntó Ev
escuetamente.
-
Sí, respondió Re con una sonrisa bobalicona.
-
¿Has
programado correctamente el procedimiento inverso de la transmutación para volver
a mi estado normal?, insistió Ev con desconfianza.
-
Sí,
claro, ¿por quién me has tomado?, le reclamó.
Por el plusvatino más tonto que he
conocido, pensó Ev.
Apareció sobre un camino de suelo gris donde se escurría un poco
al avanzar. No vio a nadie. Comenzó a desplazarse dándose cuenta en ese momento
que iba a cuatro patas. No había dado más de veinte pasos cuando se topó de
frente con dos especímenes diferentes entre sí que acababan de doblar una
esquina. Uno iba a dos patas, y el otro a cuatro, pensando que este último era
el ser con inteligencia superior, ya que se desplazaba como él. Pero algo iba
mal, ya que era el que iba a dos patas el que emitía sonidos similares a un
lenguaje elaborado, y que pareció sorprenderse mucho al verlo allí. Emitió unos
sonidos, que supuso serían palabras, que él no pudo copiar, y en ese mismo momento el pánico lo invadió. Intentó
volver a su estado natural, aunque pusiese en riesgo la misión, y por más que
lo intentó no lo logró.
¡Maldito capullo enchufado!, un grito atronador que solo se escuchó en el interior de su cabeza. ¿En qué me habrá transmutado?
Como
el ser a dos patas le iba haciendo señas para que lo siguiera, decidió que esa,
de momento, era la mejor opción hasta que algo se le ocurriera para escapar de
allí. Mientras seguía a aquel ser, observó a más como él que se iban parando y
hacían aspavientos mientras lo observaban, emitiendo unos sonidos extraños, a
veces, estridentes, que no eran palabras
pero que les proporcionaban gran placer, eso era evidente. Lo seguía por inercia,
atrapado en el cuerpo de un ser que no era el dominante, en un planeta extraño
y sin posibilidad de escapar. Se temía lo peor. Y no se equivocaba. Después de
un largo paseo por un camino de tierra y polvo, se abrieron unas grandes
puertas ante él y con auténtico pavor observó a un gran número de seres
semejantes a él que lo observaban con una aparente plácida tranquilidad, mientras que
el único sonido que acertaba a emitir era Beeeeeeeeee.
No hay comentarios:
Publicar un comentario