En una cajita guardo los buenos momentos.
Las personas y los momentos
que parecían ser de una manera que
a mí me gustaba,
que eso era lo que quería para mí.
En otra caja guardo los agravios.
A las personas y los momentos
que se descubrieron tras actos, palabras
que traicionaron la confianza
a veces, ciega, a veces, ingenua,
y siempre, humana y cotidiana.
Espero que cuando parta en mi último viaje
me vaya "ligera de equipaje como los hijos de la mar".*
Sin más que agradecimiento a esas personas,
por haberme dado esos brillantes momentos
que guardo en mi cajita de flores, alegría, luz y calor.
*Antonio Machado.
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