Habia un jardín florido,
y un pequeño huerto,
en el que a la sombra de aquel árbol luminoso
el tiempo pacía y se complacía
en no mover el minutero.
Había hojas y luz gloriosa,
hierba, flores y bajo el árbol una silla de anea.
Una escalera apoyada en la pared blanca,
encalada y brillante de tanta luz que recíbia
del sol radiante.
Ventanas con volantes,
ventanas de un hogar blanco.
Niños que se intuyen
aunque no se oyen.
Un lugar cercano y un lugar lejano;
surgido de no se sabe dónde,
de no se sabe cuándo.
Un lugar recurrente siempre en mi pensamiento,
pensamiento que da calorcito
con su recuerdo.
Quizás:
vengo de ese tiempo,
vengo de ese sitio,
sitio al que me llevan mis pensamientos,
sitio almacenado en la memoria,
venido tal vez de otra vida.
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