lunes, 21 de abril de 2014

"En las mañanitas del mes de abril"

Haces acopio de toda la fuerza de que dispones, alguna de ella almacenada en rincones de ti mismo que ni sabías que por ahí estaban. Fuerza y firmeza, aderezadas con ternura y disfrazadas de calma y serenidad. La serenidad que esos ojos inocentes necesitan ver cuando su compañero que no entiende de reglas ni de compañerismo aún, de un tirón le arrebata su juguete, y no contento con eso, le da con todas sus fuerzas con él en toda la cabeza. Cuando su pequeño cuerpo, que aún no guarda bien el equilibrio se derrumba ante obstáculos, a veces inexistentes, y más que daño es el miedo ante su propio sobresalto el que le provoca el llanto. Cuando echa de menos a su madre; cuando ha de esperar a que la seño, que solo tiene dos manos, aunque intenta multiplicarlas, y raras veces no lo consigue, acabe con los que hoy les ha tocado comer los primeros, ayer le tocó a él, pero él no entiende de turnos, ni de justicia. Cuando los mocos le cubren la cara, y tú solo ves la urgencia de dejarle la nariz y esos mofletes blanditos, limpios como una patena; cuando cambias los pañales, y la vista y el olfato desaparecen; cuando pones el mismo zapato más de cien veces en el mismo pie; cuando debes calmar el llanto y enjugar unas lágrimas. Cuando atender a todos a la vez, sus urgencias y las propias de la tarea que te ha sido encomendada, te convierten en poco más que una estela que se mueve de aquí para allá, sudando y jadeando. Entonces tú solo cantas. Cantas porque a ellos les gusta, se acercan a ti y, cuando terminas la canción, algunos te dicen "más", y como son ellos los que mandan, aunque pensemos que no, tú sigues cantando, todo el tiempo la misma canción. Llegamos al momento de su recogida por los padres y, mientras esperamos, les das a elegir: "¿pongo a Pingu en la tele o seguimos cantando?" Y con una sonrisa gigante y los ojos más limpios que se puedan ver, solo en la cara de un niño, contestan: "cantar". Y entonces, con toda la firmeza y fuerza, ternura, calma y serenidad con que llegaste esta mañana les sigues cantando, pensando que aún siguen teniendo preferencia el contacto y la voz humana sobre dibujitos y música tras una pantalla artificial. Es el amor por nuestros semejantes que viene de fábrica, y su olor, su voz y su contacto vienen grabados de forma sagrada en nuestro corazón..., y "las mañanitas de primavera" que devuelven al mundo toda su alegría y su color. 

No soy madre, no. No lo seré, pero soy maestra.

P.D. He buscado la canción en youtube pero no aparece. Sólo puedo dejar la letra: "En las mañanitas de primavera. En las mañanitas del mes de abril. Canta el ruiseñor y florecen los rosales, mientras juega el aire en el fondo del jardín".


sábado, 12 de abril de 2014

Ideario II


No llevamos dentro a la Madre Tierra,
es que somos la propia Madre Tierra. 
Antes solía pensar que "otro mundo es posible". Pero según pasa el tiempo, más personas conoces y,  por ende, vives ciertas experiencias directa o indirectamente, me doy cuenta de que no es posible. Sólo cabe confiar en la bondad de algunos que con sus acciones anónimas, y hago hincapié en anónimas, puesto que la publicidad, en este mundo, desvirtúa las acciones y las vuelve interesadas y al servicio únicamente del propio ego, con lo cual dejan de ser válidas para los intereses que persigan, hacen que las vidas de otros mejoren en la medida que se pueda. Cada día me reafirmo más, tristemente, en la premisa que se ha convertido en una constante en mi vida, puesto que he perdido, a niveles generales, la esperanza en el ser humano como hacedor de cambios que conviertan el mundo en un lugar solidario, pacífico, desprovisto de intereses individuales en pro de intereses universales: algún día, la tierra será un buen lugar para vivir para todos los seres vivientes: el día en que el ser humano esté extinguido. Lo hará más pronto o más tarde, es ley de vida, a pesar de aquellos que piensan que estamos por encima de las leyes del Universo. Y todas aquellas genialidades de las que somos capaces, siempre que nos guiamos por la sinceridad única del amor, se perderán para siempre.

Esto es lo que pienso, aunque a nadie le importe. 


lunes, 7 de abril de 2014

La pandilla primigenia

Los recuerdos de mi vida, desde muy jovencita, siempre están relacionados con mis amigos. En un principio, el grupo estaba compuesto solo por niñas, de las amigas de las que alguna vez he hablado en Cometas rojas, y al que a mí me gusta llamar "la pandilla primigenia". Son muy pocas, por no decir una o dos, con las que no seguimos manteniendo el contacto. Pero el transcurrir del tiempo no dejó de darnos oportunidades. Algunas personas salían del grupo, por motivos varios, y otras nuevas entraban. Algunas de las que entraban volvían, con el tiempo, a desaparecer, y en cambio, otras, se quedaron para siempre.

No fue hasta alrededor de los quince años, si no me falla la memoria, cuando empezamos a autodenominarnos Pandilla, por definición, aunque también nos solíamos llamar "la gente" ("¿dónde ha quedado la gente?")

El vínculo que formamos "los primeros", de alguna manera se lo supimos transmitir a los nuevos que llegaban, formando un grupo, que aunque no hemos dejado de tirarnos los trastos a la cabeza una y otra vez, (como es lo normal en las relaciones muy estrechas) y, con el paso de los años, esa necesidad que nacía de dentro de quedar y estar juntos a diario fue desapareciendo, he descubierto, que sigue fuerte y vivo en el corazón mío y de mis amigos, aunque en el mío yo ya sabía que ahí seguía.

Volver al pasado y recordar no es malo, nos devuelve a la memoria quienes somos, porque la vida, a veces, se encarga de hacérnoslo olvidar. Y es sano refrescar la memoria y rejuvenecer, así, un poquito el corazón, que es el que en realidad, nos mantiene jóvenes, y volver a ser los mismos locos que estábamos tirados dia sí y día también en la calle, o en la taberna del Kuasis, o en el Fénix, o en el Copa, o en la Belle, o en la Anubis, o en el Blue, o en el Bolero, a veces, sin hablar y aburridos como ostras, sólo disfrutando de la música y del simple y llanamente, estar.
   
                                                
                                                                       
                                                             (Esta canción tiene su razón de ser)