Mis gatos duermen todo el día, se lamen y acarician,
se dan calor, y
como una losa cae sobre el mundo
el oscuro y triste otoño,
que con su lastimero llanto
contagia a todos su penosa canción.
Un día entero en casa tratando de escribir.
He buscado buena compañía,
hoy, libro de cabecera:
"Mi corazón al desnudo", C. Baudelarie,
y ahí está Charles, en la portada del pequeño libro,
no me mira,
mira al infinito,
pero me intimida,
y en bajito pienso,
"¡qué será lo que pretenderé escribir yo
con tremendo gigante a mi lado, casi mirando!"
Fue recién entrada la
primavera del año 1989. En los primeros días del mes de abril. Y aunque
en este mes de abril el frío se resistía a irse, el sol trataba de
ganarle la batalla, así que los días se presentaban soleados para
recordarnos el verano que se aproximaba sin remedio y, fríos, para no
olvidar de dónde veníamos.
La idea era desde hacía tiempo
hacer una escapada de fin de semana, que sería la primera en la vida de
algunos de nosotros. Fue Pilar, la que insistió en organizarlo, y
llevarnos a una casa maravillosa, preciosa, (y todos los "-osas" que se
le podían añadir) en el municipio granadino de Huétor Santillán.
No costó mucho organizarlo, todos estábamos deseosos, así que viernes tarde, y aquí estamos nerviosos, ansiosos y
desesperados por montarnos en el autobús que nos acerque un poco más a
todo un fin de semana de diversión, de fiesta y de esa camaradería que
compartimos desde hace tiempo y que tanto nos gusta.
Somos
once los que vamos pero llegaremos separados, porque algunos de
nosotros están trabajando y no pueden venirse tan pronto. Otros cuantos
somos estudiantes universitarios de primer año; somos los
que nos vamos de avanzadilla.
Cuando lleguemos
tendremos que esperar al segundo grupo en el "mini bar" del pueblo que
hace las veces de estación de autobuses. Porque ni sabemos donde está la
casa, ni tenemos llaves, porque como ya dije antes, es Pilar la que
"dirige la maniobra".
Llegados al lugar, sólo nos queda esperar sin
saber muy bien ni qué hacer. Nuestra actividad mientras esperamos
consiste en hacer el tonto, bromear, charlar y...poco más.
Llama
bastante la atención de este, cuanto menos, pintoresco lugar, la
cantidad de latas gigantes de tomate frito que hay. Todas apiladas
formando altas columnas. Creo que no he visto tanto tomate junto en
ningún sitio que no fuera un supermercado y, aún así...
Sigilosamente,
como suele hacerlo, la noche va llegando, y con ella los que faltaban.
Por tanto, ya estamos dispuestos para emprender el corto camino que nos
separa de nuestro breve pero festivo destino...
Caerse en mitad de la calle a una hora punta (STOP)
Caerse en mitad de la calle a una hora punta delante de tus compañeros (STOP)
Caerse en mitad de la calle a una hora punta delante de tus compañeros y con las manos ocupadas (STOP)
Caerse en mitad de la calle a una hora punta delante de tus compañeros y con las manos ocupadas con dos tortas de chocolate (STOP)
Caerse en mitad de la calle a una hora punta delante de tus compañeros y con las manos ocupadas con dos tortas de chocolate cada una en una mano (STOP)
Hora del recreo (STOP)
Turnos para salir a comprar bocatas y tortas, a elección de cada uno (STOP)
Inma y yo tenemos turno hoy (STOP)
Cruzamos la carretera (STOP)
Hacemos cola, compramos encargos y salimos de nuevo a cruzar la carretera (STOP)
Una torta de chocolate en cada mano (STOP)
Me dispongo a elevar mi pie para subir el pequeño escalón que hace el suelo con el asfalto de la carretera, (¡maldito asfaltado desnivelado!) (STOP)
Mi nariz estampada contra la carretera (STOP)
Las manos en alto cada una a un lado (STOP)
Un zapato por ahí esturreado (STOP)
¡¡LAS TORTAAAAS!! (STOP)
Las tortas totalmente intactas (STOP)
Las tortas totalmente intactas con cinco dedos cada una incrustados (STOP)
El momento de mi nacimiento marca mi carácter...
y no sé si por suerte si por desgracia,
este me obliga a pensar...,
a echar a rodar mi cabeza
en un movimiento circular
sin principio ni fin.
Pensamientos que han forjado un mundo interior,
un mundo propio y particular
donde me encuentro en mi lugar.
Hablo de mí
aunque, en realidad, no soy yo.
Es el mundo en el que vivo el que me inspira,
con sus gentes, con sus músicas, con su arte,
con sus colores, con sus olores,
con sus niños,
con su humor y alegría,
con sus problemas, con sus vidas,
a veces, con su crueldad,
a veces, con su ternura.
No puedo vivir sin la gente,
me encantan y me superan las risas, las bromas,
el afecto y el cariño sincero...
que solo lo encuentro y me satisface
en mi familia, en mis amigos..., en mis niños.
Hay que dejar madurar la fruta de la vida
para entender que cada uno tiene su manera,
y que no es malo ni bueno,
solo un tesoro particular.
Por ello, doy las gracias a los que me dan su cariño...
y un beso precioso diciéndome:
" ¡ay, si es que esta Pili no cambia!"
Impuntual, un poco lenta al pillar chistes, ingenua y crédula...
pero con una gran capacidad para disfrutar, apreciar
y amar profundamente a los que me aprenden a valorar.