viernes, 14 de septiembre de 2012

La tontura* hecha pregunta

No hay nada más tonto que un adulto,
y si es un zapatero, ya para qué vamos a hablar más.

Hay veces que la sorpresa que nos llevamos con sus preguntas absurdas
es mayúscula.

A mi amiga I se le han roto sus zapatos,
y he ido con ella a llevárselos al zapatero para que los arregle.

Pasados unos días hay que volver para recogerlos.


Vuelvo a ir con ella el día señalado.

Entramos al tallercito,
impregnado del olor a cuero, cola y suelas desgastadas.

Pregunta el zapatero:

- ¿cuáles eran tus zapatos, niña?

¿¡Hábrase visto pregunta más insulsa, sin sentido, tonta al fin!?

Y como no es de extrañar, responde mi amiga con aplomo y desparpajo:

- ¡Pues unos que estaban rotos!

Si es que la infancia o, en este caso, la preadolescencia es lo que tiene,
que las cosas son lo que son
y tó lo demás sobra. 

* Voz autóctona de mi pueblo para referirnos a la tontera: tontería, simpleza. Definición tomada del   
 Diccionario de la RAE.

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