lunes, 27 de agosto de 2018

Madres



-                                  - 



                   -     Hay que adaptarse a las nuevas circunstancias.

Eso fue lo último que escuchó antes de que su pensamiento volase lejos. Tan lejos que apenas podía recordar a aquellos que conformaron su universo, sus amigos, cuando no eran más que adolescentes en una lánguida tarde primaveral, sentados en un banco del parque fantaseando sobre su futuro. Fue entonces cuando supo que todo lo que ansiaba en la vida era ser una madre.
Acababa de salir de la consulta del psicólogo. Hacía una semana que le habían dado el diagnóstico definitivo. No podría ser madre. Así, sin más. Todos los cimientos sobre los que se sustentaba su vida se habían desmoronado, y aunque sabía que la única opción que quedaba era recomponerlos y empezar de cero, solo necesitaba unos minutos, solo unos minutos.

Caminó ausente hacia el banco en el que todo empezó, aquel en el que el verano huele a sauce siempre. Se sentó y en un profundo suspiro que inundó el aire, acunó amorosamente a esa niña que nunca llegaría a ver, y arrulló con ternura a ese niño al que nunca podría acariciar. Aunque sabía que jamás dejaría de amarlos, porque el amor tiene múltiples formas de manifestarse y son muchas las diferentes maneras de ser madre.  

4 comentarios:

  1. Hay que ser muy buena persona para saber transmitir con tanta ternura la frustracion.Me ha gustado nucho.Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Esa frustración, si es que se siente, hay que saber canalizarla de forma constructiva para con uno y para con el resto, porque el amor se siente, con o sin hijos, y hay que darle salida al mundo, que es de donde viene. Los hijos son solo una manifestación más de ese amor universal, no hay que aferrarse. Muchas gracias Jorge. Un besico

    ResponderEliminar