sábado, 11 de mayo de 2013

Crónica de una muerte anunciada*

Gabriel García Márquez sabía lo que hacía. Sabía que quedaría para siempre en el consciente y, a veces, también subconsciente colectivo, si titulaba a su obra Crónica de una muerte anunciada. Cuántas veces en la vida nos vemos retratados en ese título. Dejarte llevar por una situación que desde el primer momento sabes que está abocada al fracaso, aunque ni al fracaso, simplemente a la nada más absoluta; como sabiamente dice el refranero popular "pasar sin pena ni gloria". Y aún todavía afecta y duele su final, a sabiendas de que eso era lo que llevabas esperando desde el principio, como si algo te sorprendiese. Esta naturaleza humana es la que más me desconcierta. Gastamos cantidades ingentes de energía en perseguir unas vivencias que no nos pertenecen, que no son para nosotros, y aún sabiéndolo, nos mantenemos en nuestras trece preparados para llorar su final.  

No lo tengo muy claro, ¿es la poesía que queremos darle a nuestra vida o solo soberanas tonterías?




* Crónica de una muerte anunciada, novela del escritor colombiano Gabriel García Márquez, publicada por primera vez en 1981. Su argumento gira en torno al asesinato de Santiago Nasar por parte de los hermanos de Ángela Vicario. Se le acusa de haber mancillado la honra de la muchacha. Hecho que es descubierto en la noche de bodas de Ángela por su marido, Bayardo San Román, quien la devuelve esa misma noche a su madre tras darse cuenta que no es virgen.

2 comentarios:

  1. El secreto de la vida y la magia está en perseguir lo que no está a nuestro alcance, en desear los imposibles. Me niego a conformarme con lo que me corresponde. Aunque no lo consiga, seguiré en mi lucha y nadie me va a impedir perseguirl mi sueño imposible con final infeliz.
    Besos

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  2. La verdad es que tienes toda la razón, hija mía, como decimos por estas tierras. Qué sería de la vida sin retos, sin imposibles que conseguir, sin secretos. Una vida repetitiva y aburrida. Yo tengo colección de esos finales infelices (qué gracia me ha hecho), pero los cuido y atesoro, porque cada uno de ellos representa una victoria ganada por mí. Un beso

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