viernes, 10 de agosto de 2012

Cuando somos chicos


Cuando era chiquita me resultaba difícil entender por qué si ya era tarde y yo estaba que me caía de sueño mis padres ante mi insistente reclamo:

- ¡Vámonos yaaaa!

siempre respondían con sincera condescendencia:

- Ya mismo nos vamos...

... pero esos "ya mismo" se convertían en espacios de tiempo eternos y absolutamente aburridos. 

Ese espacio de tiempo que para mí era pesado, aburrido, eterno, para ellos era otra cosa...

Momentos de descanso de un día de trabajo, de problemas en la cabeza, de hipotecas, de no llegar a fin de mes, de los niños con sus problemas, que no son sólo de ellos, sino que desde que vienen a este a mundo siempre serán compartidos con sus progenitores...,
problemas, problemas, problemas...
problemas que por unas horas se van a incordiar a otra dimensión, porque ellos están en buena compañía, la de sus amigos de toda la vida...
y, por esos breves momentos, dejan de ser adultos con sus rollos y vuelven a la adolescencia, a esos momentos de total relajación y absoluto disfrute, de la vida y, principalmente, de la amistad.





(Siento el final del vídeo, pero es genial, como todos los que hacen)

Dedico este texto a Gabriel, de cinco añitos, hijo de mis amigos Isa y Ani, al que anoche le tocó ser el protagonista de esta situación.                                         


1 comentario:

  1. Cuando un problema me agobia, es difícil dejarlo atrás porque te persigue como si de la peste se tratara; he aprendido a poner los problemas en " ese mundo paralelo" que inventó mi amiga Pili,(..."problemas que por unas horas se van a incordiar a otra dimensión,porque ellos están en buena compañía la de sus amigos de toda la vida"...) y como está en ese mundo paralelo a mí me dejan vivir mejor y me hace pensar menos en todo.
    ¡qué chulo eso de poder tener un mundo paralelo, donde poder aparcar lo que no te gusta.....! Milagri, 17 de septiembre de 2012)

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