lunes, 21 de mayo de 2012


Habia un jardín florido,
y un pequeño huerto,
en el que a la sombra de aquel árbol luminoso
el tiempo pacía y se complacía
en no mover el minutero.

Había hojas y luz gloriosa,
hierba, flores y bajo el árbol una silla de anea.
Una escalera apoyada en la pared blanca,
encalada y brillante de tanta luz que recíbia
del sol radiante.

Ventanas con volantes,
ventanas de un hogar blanco.
Niños que se intuyen
aunque no se oyen.

Un lugar cercano y un lugar lejano;
surgido de no se sabe dónde,
de no se sabe cuándo.

Un lugar recurrente siempre en mi pensamiento,
pensamiento que da calorcito
con su recuerdo.
Quizás:
vengo de ese tiempo,
vengo de ese sitio,
sitio al que me llevan mis pensamientos,
sitio almacenado en la memoria,
venido tal vez de otra vida.

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