martes, 17 de julio de 2012

I. No hay nada como el verano




Dormir hasta tarde por la mañana, estar por la noche en la calle hasta más tarde aún. Todos los vecinos fuera "tomando el fresco", gente y más gente, jaleo y niños corriendo de aquí para allá. Entre ellos yo.

Hay ciertas cosas que me indican que ya ha llegado el verano: nos dan las vacaciones en el cole y no hay que estudiar ni hacer deberes, hace todos los días sol  y calor, pero hay una, hay una que es superespecial y sólo pasa en mi pueblo y en mi calle.

Mi calle es una cañada real, (y ahora también sé que es el Camino de Santiago), y si seguimos la calle, cuando ya se hace camino,  hacia abajo, digo yo, pero, en realidad, es dirección Norte, llegamos hasta un puente romano..., si es que mi calle es  muy especial, ya lo digo yo.

Me han explicado que una cañada real es un camino por el que suele viajar el ganado, para ir de un lugar a otro cuando cambia la estación, en busca de pastos que comer. Pero el ganado que pasa por aquí..., no es cualquier ganado.

Está recién entrada la mañana y nos despierta un sonido muy particular..., a lo lejos se oyen los cencerros que cuelgan del cuello de los toros mansos que abren la comitiva especial que se acerca..., los toros bravos de algunas ganaderías muy importantes..., y unas voces de niños y vecinos que anuncian su llegada, y con ella, definitivamente, el verano:


-¡¡¡QUÉ VIENEN LOS TOROOOOOSSSSSS!!!



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